Cuando Chloe llegó a nuestra vidas, como todos los hijos tan deseados, consiguió en solo segundos iluminar todo nuestro mundo, sus manitas, sus ojos, su sonrisa, todo en ella era maravilloso, como no quererla, no adorarla…

Pero un día Chloé enfermó y toda esa intensidad se transformó repentinamente en una inmensa oscuridad…cuando eres madre no imaginas que eso pueda pasar, parece que esas historias pertenecen a una realidad ajena, muy distante de nuestro mundo y de nuestros niños, pero ahora se que estas cosas pasan y que nadie esta preparado para vivirlo.

Cuando nuestro peque enferma sentimos que el mundo se apaga, rabia, impotencia, dolor, desesperación, todos estos sentimientos nos confunden y aislan del resto, pero pasan los días y poco a poco aprendemos a vivir con ellos.

Somos concientes de que nuestro hijo nos necesita y nos necesita enteros, fuertes, dispuestos a ayudarle a superar cada uno de los obstáculos que día a día nos llevan a ese otro universo paralelo que es la propia enfermed

Aunque sea un camino sinuoso, cuesta arriba, oscuro y confuso, para mí no fué difícil volver a encontrar esa luz, cada día lo consigo, solo me basta mirar a mis niñas, a Chloe, a mi pequeño rayo de sol…. mi vida, quién a mi lado y a pesar de su corta edad, nunca ha dejado de luchar.

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